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My Dear Doll
#03: Afortunada Elegancia
#03: Afortunada Elegancia
Con la rapidez de un gran experto tecleo en el buscador de aquella computadora portátil unas cuantas palabras y aquel aparato comenzó la búsqueda, terminándola antes de que pudiera acabar un suspiro. Ese día, sin duda, había logrado un record, nunca en su vida había hecho la misma búsqueda tantas veces, lo peor era que no refrescaba la pagina, si no que cerraba toda la ventana y volvía a abrirla, viendo que el casillero de ingreso estaba vacío, solo para poder escribir esas simples palabras claves para la búsqueda:
“Muñecas malditas”
Se acomodo en el mullido sofá de estilo ingles y miro todas las respuestas que aparecían en la página, se sabía todo lo que decía en esas webs y más. Suspiro y aparto la vista hacia el ventanal que tenía enfrente, que le daba una amplia vista a la elegante Londres, había estado en esa ciudad desde hacía ya 6 días pero lo que más importaba era este día, solo aquella subasta que solo se organizaba una vez al año en la que estaba esa muñeca que tanto le interesaba.
Un llamado a su teléfono celular hizo que se concentrara en ese aparato, y como si estuviese invocando al causante de este gran capricho que tenía vio el nombre de él en la pantalla y sin dejar que el teléfono sonara una vez más atendió.
- Yuushi… - atendió con ese tono altanero de siempre.
- Me sorprende que estés despierto a estas horas, Atobe… - rio el chico del otro lado de la línea.
- ¿Esperabas encontrarme durmiendo a esta hora, ah~? – Miro como una mujer vestida con el típico uniforme de sirvienta en blanco y negro entraba a su habitación dejando en la mesa de al lado una bandeja con el desayuno del peli-plateado – Pues lamento arruinar tus expectativas.
- No te preocupes… - murmuro sonando por un momento alejado de la conversación.
Atobe miro de reojo la hora en su reloj de pulsera, dándose cuenta con un rápido calculo matemático, la hora que era en Japón, ¡Claro! Seguramente Yuushi, estaría viendo el entrenamiento de tenis femenino en espera de que su novia termine su deber como sub capitana.
- Pero estoy seguro que no llamabas exactamente para despertar a Ore-sama de sus grandiosos sueños, ¿no es verdad? – dijo llamando la atención de su interlocutor.
- Es cierto… llamaba para informar un pequeño detalle que está sucediendo en tu reino, Atobe – respondió con un tono neutro para el oído de la gente normal, pero el joven peli plateado no era una persona normal que digamos.
- ¿Que sucedió?
- El famoso pianista 'fantasma' desapareció… -unos segundos de drama aparecieron en la comunicación, mientras que Yuushi se acomodaba elegantemente los anteojos – hoy ya es el quinto día en el que el piano no suena.
- Y justo que había logrado que cumplieras con el trato que habíamos hecho – bufó con una desilusionada sonrisa.
¡Uf! Como olvidar aquello, aquel juego que habían hecho él y Yuushi una noche de completo aburrimiento en sus años de escuela primaria, Yuushi había perdido en uno de aquellos muchos juegos y el castigo fue hacer algo que nunca haría, cosa que termino en que Yuushi debía admitir enfrente de una gran cantidad de personas la existencia del pianista fantasma. Si, nunca creyó en los fantasmas y nunca admitiría que estos existiesen, por eso es que siempre buscaba alguna forma de descubrir que era lo que sucedía con aquel suceso extraño en el instituto.
- ¿Todavía estas seguro de querer comprar aquella cosa? – interrogo el interlocutor de gafas cambiando de tema, luego de unos segundos de silencio en los que aprovecho para mirar más detenidamente a su novia, claro que esta le mandaba miradas de odio por el acoso que sentía – Ni siquiera sabes si aquella leyenda que encontramos sea cierta y ni que hablar del hecho de que esas muñecas cobren vida…
- No importa, el solo hecho de tener algo tan elegante entre mi colección me es suficiente, luego discutiremos sobre los pequeños detalles – miro hacia la amplia puerta viendo como esta se entreabría y una joven de largos cabellos plateados entraba – hablare contigo luego. Saludos a Shishido – término de saludar entre risas al haber escuchado como también la conversación por el lado de Oshitari se había terminado, puesto a que su novia, Kenta Shishido, había terminado su entrenamiento y ahora se dedicaba a insultar “educadamente” a su novio por el constante acoso que recibía de este.
- Keigo~ - canturreo la chica que había ingresado a la habitación del joven y rápidamente se tiro en un abrazo hacia él - ¿Cuándo vamos a volver a Japón? ¡Ya me estoy aburriendo de este ambiente!
-Hoy a la tarde volveremos a casa, no te preocupes Shizuka – respondió recibiendo un bufido desaprobatorio de la chica pero enseguida cambio de expresión.
- Bien, entonces seguiré recorriendo tiendas hoy también –comenzó a caminar hacia la salida a paso cansado, los últimos días había recorrido miles de tiendas en busca de regalos y de las prendas más espectaculares que el mundo haya visto pero por más que caminara no encontraba nada que le terminara de agradar.
De nuevo solo en la inmensidad de su habitación termino de tomar aquel café que le habían traído tiempo atras y miro la hora en su reloj… pronto serian las 8 de la mañana… solo en 6 horas más la subasta comenzaría y podría tener en sus manos aquella muñeca a la que al verla por primera vez en aquellas imágenes de internet se convirtió en un enorme capricho.
Pero es cierto, era imposible que aquella muñeca pudiera tener vida propia pero algo como eso ya no importaba, mentiría si digiera que no le gustaba la idea de que tuviera vida, pero…
••• ♦ •••
- ¡Comencemos la subasta!
Había llegado en el momento justo, agarró uno de los asientos vacios de las filas del centro del gran salón y miró desinteresadamente al hombre que estaba parado en medio del escenario gritando los precios que iban e iban creciendo de los objetos en subasta. ¿Cuántos años tendría aquel viejo? ¿70? ¿80? No podía determinarlo con exactitud pero podía ver cada una de sus arrugas con tanta claridad como si estuviera viéndolo en una de esas televisiones HD.
Bueno, por lo menos podía entretenerse con algo mientras esperaba a que la muñeca apareciera de cualquier lugar en donde este. Se acomodo en su asiento y vio objeto tras objeto ser subastado sin interés alguno, con paciencia que solo los dioses le habían concedido y que también había ganado con todas las locuras que hacían sus compañeros del club de tenis. Curvo sus labios levemente en una sonrisa, ¿Qué estarán haciendo esos tontos en esos momentos? Miro su reloj...seguro estarían durmiendo.
- El siguiente objeto en subasta es el siguiente… - Anuncio aquel viejo en el escenario, llamando rápidamente la atención de Keigo, mientras que una joven asistente entraba a aquel escenario con lo que parecía ser una caja cubierta con una tela aterciopelada bastante oscura.
Lo único que podría entrar en esa caja es la muñeca que el peli plateado tanto estaba deseando obtener, y así era, cuando la asistente saco la tela que lo cubría una caja de transparente cristal dejaba admirar al público presente una muñeca de cabellos rosados con un vestido antiguo con bastante elaboración, algo lolita se podría decir, pero para él era perfecta. Solo algo le llamo la atención...
- Esta es una muñeca maldita originaria de Estados Unidos… - comenzó a explicar el hombre -… alrededor del siglo XV… Su gran belleza podría ganar limpiamente cualquier concurso del mundo, claro, si fuese humana… - dijo entre algunas risas mientras caminaba de lado a lado del escenario - … Y aquí está la gran leyenda que la rodea y la causa por la que está en esta gran subasta mundial: Se dice que su creador deseo tanto que tuviera vida propia que esta muñeca adquirió algunos… “poderes” por así decirlo… eso es lo que dijeron sus antiguos dueños pero nunca fueron capaces de explicar con palabras el gran milagro que esta muñeca posee…
Un breve silencio se creó en la sala como para darle emoción a aquella historia que contaba tan entusiasmado aquel hombre. Keigo se quedo callado mirando fijamente el rostro de aquella muñeca, si, algo extraño sucedía y su gran y maravilloso presentimiento se lo decía, pero aun así, tenía que dar una entrada magnifica en aquel lugar, como era su costumbre.
El sonido de gente murmurando fue incrementando hasta que uno habló por fin.
- ¡10 mil dólares! – grito uno entre el público.
- ¡10.500 dólares! – rápidamente otra persona comenzó la competición de precios. El anunciador se divertía con la situación y comenzaba a presionar a los demás.
- ¡20 mil dólares! – una tercera persona apareció en escena y el anunciador presionaba de vuelta recalcando un par de veces el precio.
- ¡50 mil dólares! – volvió a reclamar atención la segunda persona, intentando esta vez no tener más competencia.
Y el anunciador volvió a presionar mirando para todas partes sin saber a quién apuntar – ¡50 mil dólares a la una!... ¡50 mil dólares a las dos!....
- ¡500 mil euros! – Grito por fin Keigo, levantándose con su rostro tan sereno y seguro como siempre mostrando una de sus arrogante sonrisas, siendo ahora él la atención de aquel lugar.
¿Acaso eso te parece mucho? Pues él hubiera pagado más solo por su amado ‘capricho’.
••• ♦ •••
- ¿Así que el torneo será en 2 meses, Hahn~? – repitió las palabras del interlocutor de la llamada.
- Así lo dijo el entrenador Sasaki al volver ayer de la reunión entre los demás institutos… Parece que en la primera ronda jugaremos contra el Seigaku. – informaba Yuushi mientras iba camino al instituto.
Atobe soltó una pequeña risita altanera, ¿Seigaku, eh? Sus eternos rivales serán con quienes se enfrentaran primero, mejor no podía ser. La sangre le hervía de emoción al solo pensar que podría jugar de nuevo con el capitán de aquel equipo.
- Estaré esperando ese encuentro – respondió y sin despedirse de su amigo termino la llamada.
Se sentó en el asiento de cuero blanco, acomodándose para el largo viaje aéreo que tendrían en unos momentos. Pero antes de darse cuenta unos finos brazos lo rodearon, no impuso ninguna resistencia después de todo conocía perfectamente esos brazos.
- Keigo… dormiré una siesta, así que estás obligado a despertarme cuando lleguemos a casa, ¿entendido? – le dijo su hermana, Shizuka, con un tono algo enfadado para lo que era ella habitualmente.
- Si, como digas… - ignoro el tono que uso, acariciando ligeramente uno de los brazos de la chica y dándole un par de suaves palmadas.
La chica se separo de su hermano y se acomodo en su asiento, detrás de él, bajo la atenta pero disimulada mirada de este. Se coloco unos auriculares blancos bastante llamativos por el tamaño y por el simple y elegante diseño que poseían, y luego de buscar en su reproductor de música selecciono una música que parecía agradarle, comenzando así a ignorar el mundo exterior y concentrarse en su propio mundo. Tenía cosas mucho más importantes que pensar. No… alguien mucho más importante en quien pensar…
El peli plateado dejo de mirar a su hermana cuando se dio cuenta de que estaría en un estado inactivo por un buen tiempo y al instante la voz del piloto del avión privado anunció que el vuelo daría inicio en breves segundos.
Rápidamente todo el movimiento que sus sirvientes estaban haciendo hasta hace minutos se detuvo y ahora solo se encontraban él y su hermana. O eso creía todos los demás…
- Y bien… ¿Piensas hablar ahora?... – dijo mientras miraba a un costado suyo, donde estaba la ventana. Apoyada sobre el grueso borde se encontraba la muñeca cuidadosamente sentada. – ¿Hahn~? No ignores a Ore-sama… pequeña… - volvió a hablarle mirándole de costado de forma altanera.
- No me llames pequeña… - murmuro suavemente la muñeca, siendo casi inaudible para los oídos normales, mostrando una expresión enfadada por la forma en la que se refirió a ella. Pero él no era alguien normal - ¿Cómo supiste que la maldición no era una simple mentira? – Interrogo sin mirarlo directamente a la cara, cruzándose de brazos.
- Tu rostro en medio de la subasta… cambio por un momento –respondió sin importancia, fijando su mirada en otro lugar, mientras la muñeca lo miraba fijamente –
- ¡E-Eso es imposible, mentiroso! – Le grito, señalándolo acusadoramente con el dedo. Estaba segura que en el momento en el que la tela fue sacada de sobre su caja contuvo bastante las ganas de pestañear ante el cambio de luz y ambientación… ¿Acaso se había dado cuenta de ese detalle a la distancia en la que estaba? ¡Eso era completamente imposible!
- ‘Mentiroso’ no, Atobe Keigo-sama para ti, recuerda ese grandioso nombre porque es el nombre de tu nuevo Dueño – La miro con una amplia sonrisa orgullosa, de esas que solo él sabía dar.
Pero por alguna razón su acompañante no respondía de la forma en la que él esperaba. Se bajo del lugar en donde estaba hasta quedar parada sobre el apoya brazo del asiento de Atobe y lo miro desafiante.
- Pues mi nombre es Amaya, pero tu deberás llamarme Amaya-sama, ¿ok? – Le contesto auto señalándose con el pulgar de su mano derecha.
¿Acaso había escuchado bien? ¿No era un sueño, verdad? Esa chica… ella… ¡Nadie nunca le había contestado de esa forma! Al escuchar su apellido normalmente cambiaban cualquier tipo de pensamiento en contra de él y la gran mayoría se convertía en sus seguidores. Eso era lo que causaba normalmente el importante nombre que llevaba. Solo un pequeño mocoso lo desafío a él, el gran Atobe. Pero ella… ¡Já! Su pequeño capricho, con el paso de los minutos, no dejaba de mejorar.
Estallo en eufóricas carcajadas, dejando a la peli-rosa desconcertada e internamente se comenzaba a preguntar si su nuevo Dueño de verdad era un desquiciado. Luego de unos segundos logro detener el ataque de risa y la miro con un brillo extraño para la peli-rosa.
-¡Bien! Tu nombre será… Amaya -comento llevando su mano hacia la pequeña cabeza de la muñeca y acariciándole el sedoso cabello que tenia – Eres el capricho más extraño que he tenido… Realmente me agradas…
La pobre no pudo más que sonrojarse con ese comentario y agarrando su cabello entre sus brazos volvió a sentarse en el borde de la ventanilla, dándole la espalda al peli-plateado para que no presencie por más tiempo el sonrojo que tenia. Pero esto solo le provoco más diversión al peli plateado.
Tenía el presentimiento de que de ahora en adelante su vida cambiaría radicalmente y solo el pensar en los resultados de eso le excitaba y causaba una curiosidad increíble por saber cómo continuaría esto.
••• ♦ •••
- No entiendo todavía para que has comprado esa muñeca… hermano – Pensaba una Shizuka bastante preocupada viendo la parte trasera del asiento de su hermano.
No había puesto nunca música y estuvo fingiendo todo este tiempo que realmente estaba escuchando algo de sus auriculares, pero en esos momentos le interesaba más su hermano, quien la había arrastrado literalmente para que la acompañara a Inglaterra a ‘hacer unas pequeñas compras’.
- Mph… por lo menos pude sacar algo bueno de todo esto… - pensaba mientras desviaba su mirada hacia una de las tantas gigantescas bolsas, producto de las compras que había realizado. Una bolsa un poco más pequeña que las demás y con un elegante moño rojo era la única que le importaba a ella. – Ojalá le agrade – Suspiro para ahora concentrar su mirada en el despejado cielo que se podía observar por la ventanilla.
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Proximo Capitulo:
• - ¡Por favor, guarda el secreto!
• - ¿Una cita?
• - ¡E-Enséñame a tocar el violín, p-por favor!
#04 - Recuerdos
» Maid Coffee
» 100 palabras para ti
» SDD 1: Inicio de una nueva vida
» Solo déjate llevar
» Caballero Negro
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» Vuelo 278
» Parallel World