My Dear Doll
#04: Recuerdos
#04: Recuerdos
- …y esta es el do mayor – termino de explicar apretando la tecla correspondiente mientras con la otra mano indicaba en aquel papel a qué símbolo correspondía ese sonido.
Se le notaba en el rostro la felicidad que tenia, especialmente por esa radiante sonrisa que le dedicaba a su mejor amiga en el mundo entero. Ella le sonreía de igual forma ya que el simple hecho de que le dedique su tiempo libre, aquel que utilizaba comúnmente para tocar aquel instrumento tan delicado, la hacía sentir importante para la vida de ella, para la vida de su dueña. Aunque la verdad ella era el tesoro más importante de su dueña.
Ah, que buenos tiempos eran aquellos en donde todo eran risas y felicidad, donde por más de que su ‘niña’ haya llegado a la pubertad, a la tan preciada adolescencia, seguía siendo una niña de pocos años de edad cuando jugaba con ella. Es cierto que el tiempo de sus juegos y que los juguetes que la acompañaban en la hora de entretenerla habían cambiado por libros de tarea y prácticas de piano, pero eso no era lo único que había cambiado, también había cambiado su relación: paso de ser aquella compañera de juegos a la mejor amiga de la infancia y de su vida misma.
Aun cerrando los ojos lograba recordar con claridad el día en el que llego a esa enorme casa, que a partir de ese momento era su casa también. Al padre de la pequeña, un conocido juguetero de la zona, le había llegado una muñeca a sus manos como muestra de lo que posiblemente seria el próximo juguete mas comercializado en todo Japón. El padre se había embobado en la mirada celeste cielo de la pequeña muñeca en sus manos, una mirada tímida pero cargada de sentimientos alegres. ¡Era perfecta! La alegre expresión de su hija pasó por su mente, ¡esa muñeca era perfecta para su hija! Claro que así fue el caso, la expresión de la niña quedo gravada en la mente de la muñeca por un muy largo tiempo, y estaba segura de que esa parte de su memoria nunca seria borrada ni dañada.
Sin embargo toda la felicidad puede acabar en un instante, antes de que ser consciente de lo que tienes puedes perderlo todo. Esa muñeca experimento aquello…
La desesperación apareció, reemplazando la diversión.
El llanto se hizo presente ocultando el rastro las risas.
La tristeza inundo todo, llevando lo más lejos posible la felicidad.
Y toda aquello que tenía, todo por lo que sentía que era humana y no una simple muñeca, fue intercambiado por la soledad.
Aquel cálido sueño se convirtió en una fría pesadilla que tenia cada noche, una pesadilla que le recordaba con dolor y sufrimiento los últimos momentos de su amada mejor amiga.
‘No quiero estar sola de vuelta’ se escuchaba sus gritos de desesperación…
…pero nadie la escuchaba.
‘Por favor, no te alejes, ¡No me dejes sola!’ sus lagrimas recorrían sus mejillas y mojaban sus manos con las que intentaba ocultarlas y pararlas…
…pero nadie las veía.
‘Por favor… ¡Mikuru! ’ Cayó en aquel oscuro y vacio mundo de rodillas, sabiendo que aquel impacto podría romper su frágil cuerpo de muñeca…
…pero no le importo.
Porque la quería de vuelta. Quería ver su sonrisa resplandeciente otra vez junto a ella. Quería pasar aquellas tardes de verano recostada en el fresco pastizal, y sus noches de invierno cerca de una chimenea con ella.
En aquel pequeño y oscuro mundo algo apareció en ese momento. Un piano. El piano que tanto amaba su pequeña niña. Con desesperación y aun derramando lagrimas se aferro a él, pensando que era un mensaje, algo en su interior le decía que ella estaba ahí, deseando que tocara como ella le había enseñado para demostrarle que todavía no la olvidaba, que cuidara ese piano esperando por su regreso.
Espero y espero. Tocando ese piano en ese invernal lugar en espera de que su dueña apareciera detrás de ella, sorprendiéndola, y diciéndole que todo era una broma, que nada le había pasado y que solo había ido por un periodo a otro lugar. Que la extrañaba, necesitaba un abrazo de ella.
Sin embargo eso no sucedió. Esperó y esperó. La esperanza se estaba alejando y la soledad la estaba carcomiendo.
Y en medio de esa agonía que tenía una luz resplandeciente apareció iluminando hasta el más rebuscado lugar de ese pequeño universo. ¿Qué sucedía?
‘Se mi muñeca’ esa voz la conocía, por supuesto que sí, era el mejor amigo de Mikuru, alguien que después de un ‘Por favor, guarda el secreto’ como suplica paso a conocerla…
… y un dolor en su pequeño corazón de muñeca apareció.
‘¡Ayumi, por favor!’ ¿Qué tenía que hacer? ¿Acaso eso no era traicionar la memoria de su pequeña niña, de su Mikuru? Miro detrás de ella donde estaba el piano, en busca de una respuesta…
… pero el piano se iba desapareciendo como pequeñas mariposas, revoloteando alegremente hacia lo más alto para desaparecer de su vista.
‘Odio verte llorar, te vez más linda cuando sonríes’ Y en ese momento comprendió todo, las palabras de aquel chico, de Choutarou, y la intención de Mikuru con aquel ‘Mensaje’…
… todo está hecho ahora…
‘¿Ayumi?... Ayumi… ¡Ayumi!’
- ¡Ayumi-chan! Despierta, por favor – movía ligeramente uno de los brazos de la pequeña muñeca, intentando no lastimarla.
- C…Choutarou-kun? – La muñeca abría lentamente sus ojos, tallándoselos al sentir la molesta luz del día darle de lleno
¿Un sueño?... Así parecía ser…
Miro de reojo a su ahora nuevo dueño, quien le había dado la espalda para recoger algo en su escritorio, y con aquella tan radiante sonrisa se volvió de nuevo hacia ella, mostrando que en sus manos tenía una bandeja con lo que parecía ser un desayuno para dos.
- Al parecer tenias una pesadilla, por eso te he despertado de esa forma – le explico, sentándose en el borde de la cama donde ella estaba recostada con la bandeja en su regazo.
- Gracias por despertarme –le devolvió aquella sonrisa con un pequeño rubor en su rostro y rápidamente comenzó a desayunar.
Comió una tostada en pequeños bocados y ahora lentamente su vaso de jugo de naranja era vaciado, todo esto mirando disimuladamente a aquella persona al lado suyo quien parecía no percatarse de que la azulada mirada de la peli rosada estaba sobre él, o en todo caso ignoraba por alguna razón desconocida ese hecho.
Ambos terminaron el desayuno casi al mismo tiempo y con unas sonrisas en sus rostros comenzaron su día, Ayumi se vistió en el cuarto de baño con sus ropas para salir, cuidando que sus articulaciones no sean visibles para los demás e intentando arreglarse lo más bonita posible, y Choutarou, por su parte, lavó lo usado para el desayuno y comenzó a arreglarse al igual que la peli rosada.
¿La razón? Hacia una semana que Ayumi había comenzado a vivir con Choutarou y éste quería animarla un poco más, hacer que olvide todo el dolor que seguramente ha tenido a lo largo de estos últimos tiempos. Y la única manera que se le había pasado por la cabeza era invitarla a salir…
‘¿Una cita?’ había repetido ella con incredulidad, en medio de la cena hace un par de días
‘Ajá, sería bueno salir un rato, para distraernos un poco, ¿Qué te parece?’
Y con esa idea en mente, ese día, ese domingo, salieron juntos de la casa dirigiéndose a paso tranquilo a una avenida comercial. La de ojos azules estaba completamente nerviosa, se le notaba inclusive algunos temblores en las manos en algunos momentos, y aquello era normal puesto a que era la primera vez que salía a la calle, con su tamaño de humana, en su vida. Aun así, la compañía de Choutarou lograba tranquilizarla, darle la seguridad de que estaba bien acompañada y protegida, y gracias a ello pudo disfrutar de aquel paseo que realizaron.
Locales de ropa, tiendas de mascotas, librerías y jugueterías, recorrieron la calle comercial de punta a punta a petición de la muchacha que era atraída como un imán a cada cosa nueva que iba viendo pasar frente a sus ojos. Todo era nuevo, extraño y fascinante para ella, la modernidad y la tecnología que la rodeaban la hacían sentir fuera de lugar, en otro mundo completamente diferente al que estaba acostumbrada, pero se sentía espectacular. Quería ver más de aquellos objetos, de todo lo bueno que se estaba perdiendo por estar bajo esa maldición de ser muñeca.
Y Choutarou estaba feliz, los nerviosismos de Ayumi habían desaparecido y reemplazados por la emoción y euforia de la curiosidad que la invadían, había logrado volver a hacer que sonriera la pequeña peli rosada, y eso lo alegraba profundamente.
- ¿Qué sigue? – pregunto mirándolo emocionada mientras tomaba con ambas manos el helado que el chico le entregaba.
Luego de un par de largas horas habían elegido una pequeña heladería como su lugar de descanso, sin mucha gente y bastante tranquila, y se sentaron cerca de uno de los grandes ventanales donde podían observar la gente caminar por la calle. Lo único que llamaba la atención de los demás era el extraño color del cabello de la muñeca, aquel rosado tan llamativo, sin embargo nadie descubrió qué era en realidad, lo que fue un gran alivio para el peli plateado.
- Estaba pensando en aprovechar para ir a buscar algo – se sentó en el asiento frente a ella con su helado en mano - ¿Me acompañaras? –pidió con una sonrisa cargada de ternura y timidez.
La pequeña no pudo más que sonrojarse ante la forma de aquella petición y intento concentrarse en degustar el helado que le había traído antes de poder responderle, asintiendo con la cabeza, al pedido.
- Es tu violín… ¿verdad? – Pregunto con curiosidad
- Así es. Parece que ya terminaron de arreglarlo – Explico para luego empezar a degustar lentamente su helado –
La pequeña sabia eso ya que las practicas que el peli plateado tenia la mayoría de las tardes con su violín había desaparecido los últimos dos días.
Dejo de comer un momento su helado y lo miro fijamente a los ojos.
- C-Choutarou-kun… -llamó - ¡E-Enséñame a tocar el violín, P-Por favor!
Era una muñeca que había vivido dentro del mundo de la música de una u otra forma, era solo cuestión de tiempo que preguntara algo como eso, o por lo menos asi pensaba Choutarou. Ella aun recordaba cuando, hace unos cuantos siglos, le habían dicho que escuchar a los demás cantar o tocar algún instrumento musical era una forma de entrar en el alma de aquella persona, explorarla.
El joven le sonrió con un ligero tono rosado sobre sus mejillas – Claro, cuando quieras, Ayumi-chan
Solo había entendido el verdadero significado detrás de esas lejanas enseñanzas cuando estuvo con Mikuru, su antigua dueña. Escucharla tocar el piano por alguna razón le llenaba el corazón de muñeca de una inexplicable felicidad, armonía, tranquilidad, era como entrar en el mundo de Mikuru con cada composición que tocaba.
Pero… ¿Qué sentirá Choutarou cuando esta con ella? Quería saberlo, e intentaría descubrirlo a través de la música.
- ¿Choutarou? – Una voz masculina apareció detrás de la muñeca.
- ¿….Atobe-buchou…? – Choutarou lo miro con sorpresa – ¿Cuándo llego de Inglaterra, buchou? – Interrogo mientras se levantaba para poder saludar con una respetuosa, pero ligera, reverencia.
- Ayer por la noche – Respondió con altanería en su tono de voz y aquella sonrisa tan característica del Atobe – Estaba por ir a ver a Yuushi – explicó
Miro la espalda de la acompañante que tenia Choutarou con algo de curiosidad, esta parecía no querer voltearse a verlo por lo que en el fondo su gran orgullo se vio un poco afectado –y eso se pudo notar gracias al pequeño tic que mostro en su ceja por algunos segundos-, pero algo logro hacer que ignorara de manera olímpica.
‘¿Cabello rosado…?’ Pensaba mientras miraba más detenidamente a la pequeña, sin prestar atención a las preguntas extrañadas de su kohai acerca de lo extraño que era verlo sin Kabaji detrás de él, y más que él lleve su propio raquetero a cuestas. ‘Acaso…. ¿Será que…?’
- ¿Buchou, se encuentra bien?
Un pequeño movimiento que provenía de su raquetero lo hizo volver a la realidad y volvió instantáneamente a su clásica pose ególatra – Claro. Ore-sama debe irse, Choutarou – Un rápido movimiento de manos y se fue rápidamente por el mismo lugar por donde ingresó, dejando algo estupefacto a Choutarou por la reciente actuación que tuvo su capitán de tenis.
- Puede que por su actitud altanera no te agrade al principio, pero es una muy buena persona – explicaba mientras se daba vuelta hacia Ayumi, quien había estado con la mirada baja desde la aparición de Atobe - ¿Ayumi?
‘¿Qué… es esto?’ Su rostro parecía asustado, un extraño sentimiento la invadió, era como si recordara lejanamente un pasado que no era el de ella pero que de alguna forma sentía que le pertenecía. Era obvio que no era de ella, esos sentimientos tan humanos nunca los había sentido en su larga vida de muñeca maldita, pero por qué se le hacía tan suyos esos sentimientos.
- ¿… Ayumi? – Volvió a repetir el de cabellos platinados al no obtener respuesta en el primer intento.
Pero ese sentimiento se alejo, había desaparecido. Miro al chico con una sonrisa forzada, intentado decirle en vano que estaba bien, aunque él se había perfectamente percatado de que no era cierto.
¿Qué significó aquello?
••••••••
Proximo Capitulo:
• - Acaso, ¿Te gusta?
• - Recuerda que no soy la única muñeca.
• - ¿Piensas volver a Shitenhouji solo para verlo?
#04 - La verdadera hija de la maldición
Ok, lamento muchisiiisisimo haber tardado tanto. Sé que no tengo perdon pero intentare actualizar mas seguido ahora ya que tengo un poco mas de tiempo >3<
Y ahora que estamos, les agradezco un montón todos los comentarios de los anteriores capítulos ~ -las huggea a todas rápidamente-
Sobre el cap, ahora empieza lo interesante. Keigo parece que descubrió que Choutarou tiene una de las cuatro muñecas malditas ¿Que piensan que ocurrirá? ;3
Por cierto... ¿se dieron cuenta de que Ayumi sintió lo mismo que Hitomi antes de que esta conociera a Eiji? ¿Que significará eso que sienten estas muñecas? *3*
Nos leemos en la próxima actualización ~
Dom Oct 07, 2012 10:21 pm por Kath Law
» Maid Coffee
Lun Jul 16, 2012 7:48 am por Kira Hatake
» 100 palabras para ti
Mar Abr 10, 2012 10:40 pm por Amaya
» SDD 1: Inicio de una nueva vida
Lun Abr 09, 2012 11:56 am por Kath Law
» Solo déjate llevar
Sáb Mar 10, 2012 3:32 pm por Kira Hatake
» Caballero Negro
Sáb Mar 03, 2012 3:18 pm por Kira Hatake
» Prepa...contiii
Sáb Feb 25, 2012 3:48 pm por Kira Hatake
» Vuelo 278
Vie Feb 17, 2012 2:30 pm por Kath Law
» Parallel World
Lun Feb 13, 2012 5:21 pm por Hiitomi Echizen