Holitaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Siento haber tardado tanto en poner la conti, pero es que últimamente no estoy nada inspirada con este fic . Espero que pronto me venga la inspiración y pueda escribir buenas continuaciones.
Bueno ahí les dejo el capítulo 5:
Kaoru, tambaleándose de una lado a otro, aún desconcertado por la explosión que acababa de haber justo en la pared del frente, se acercó al agujero que se había formado en su celda y miró a través de él, daba justo a la plaza central de Lorian. Miró otra vez dentro de su celda y vio a la joven pelirroja tumbada en el suelo desangrándose.
- ¿Qué debo hacer?- pensó una vez se arrodilló al lado de Hikaru- Si la dejo aquí se morirá, pero…
Pensó en lo que haría la capitana Ootori, a pesar de que iba en contra de los principios de la piratería, pero si la dejaba morir él sería el culpable de una muerte más. Sin mucho esfuerzo cogió a Fujiwara entre sus fuertes brazos y pisando con mucho cuidado en las ruinas que habían esparcidas por el suelo, salió al exterior. La plaza, ahora medio destruida y en llamas, era un lugar muy espacioso y con diferentes tiendas que ahora ardían y tenían sus productos esparcidos por el suelo, al parecer aquel era el centro del comercio de Lorian. Kaidoh contempló estupefacto lo que le rodeaba.
- Fshhhhh….- siseó incrédulo- Pero ¿qué está pasando aquí?
- Bienvenida, señorita Gris- la recibió- Sígame, por favor.
- De acuerdo- acató la morena
- Me llamó Amaya Echizen- se presentó ella- Llevamos tiempo esperándote
La chica de cabellos rosas le llevó hasta una habitación amplia, con cortinas de distintos colores colgando del techo, algunas velas perfumaban la sala y daban claridad a la oscura habitación. La muchacha se paró justo delante de una gran cortina de color púrpura y posó una de sus finas manos llenas de pulseras sobre el trozo de tela.
- Por favor pasé- dijo ella levantando levemente la cortina- Él la está esperando.
Annika Gris vio que detrás de la tela púrpura había una enorme cama redonda, rodeada de más velas blancas, mientras un suave olor a vainilla se extendía por todo el espacio. En el centro de la cama había un muchacho de cabello gris azulado, que parecía tener el sueño más placentero de su vida. Gris dio una palmada al aire, llamando la atención del joven que dormía tan tranquilamente.
- ¿No me estabas esperando?- preguntó la chica decorando su bello rostro con una sonrisa divertida.
- Tardaste tanto en venir que me quedé dormido- se excusó el otro.
- Ha llegado la hora…- dijo Gris poniéndose seria- de que vengas conmigo Atobe Keigo.
- Lo sabía- respondió él con desgana- Amaya me lo dijo- dijo señalando a la peli rosada.
- Pues entonces ¿Por qué no te levantas de la cama?
- Ya sabes Gris que tienes que darme algo a cambio- dijo el joven apuesto- Algo que asegure mi valiosa vida ¿entiendes?
- No tengo nada que darte- informó la morena palpándose las ropas en busca de monedas.
- No quiero nada material- Keigo se pusó de pie dejando ver su escultural cuerpo, comparable al de un dios griego- Quiero tu alma.
- ¿Mi alma?- preguntó confusa Gris sin comprender muy bien lo que quería decir Atobe- Creo que la perdí hace mucho tiempo cuando me convertí en pirata.
- Sí- se rió él altivo- Mientras yo esté a tu lado deberás hacer todo lo que puedas por proteger mi vida.
- No puedo asegurarte nada- dijo Annika- Después de todo soy una pirata, mi vida y la de todos los que me rodean corre peligro en todo momento.
- Me da igual- espetó de repente- Mi vida no puede correr ningún peligro, soy demasiado importante- resaltó su egocentrismo- Me da igual como lo hagas, pero yo no puedo morir ¿entiendes?
- Va… vale- aseguró un poco nerviosa la capitana pirata.
- Ahora debemos cerrar nuestro pacto.
El chico se acercó despacio a la morena, iluminado por la tenue luz de las velas, enmarcando aún más los músculos de su cuerpo. La chica se fijó que él sólo llevaba puestos unos pantalones de cuero de color marrón, que se arrapaban a la perfección a sus piernas. Desvió la mirada y clavó sus ojos en los de él, sin percatarse de la cercanía del joven Atobe.
- ¿Cerrar el pacto?-musitó Gris en un suspiro que se escapó de sus labios sin poder contenerlo.
Keigo cogió a la chica por la cintura con avidez y la apretó con fuerza contra su cuerpo. Acercó su rostro al de la chica, sin parpadear ni apartar su feroz mirada de la de Gris, intentando no perderse la expresión de la cara de la morena. Sus labios se rozaron, mezclándose sentimientos de confusión, nerviosismo y de pasión por parte de Gris. Su beso fue demandante y apasionado, sin dejar de agarrar firmemente la cintura de ella.
- Ya hemos cerrado el pacto- dijo Keigo separándose bruscamente de la chica de cabellos morenos.
- Entonces… ¿ya podemos irnos?- preguntó Gris aún extasiada por el beso.
- Si- contestó tajante la peli rosada, que hasta el momento no había intervenido en la conversación.
- Amaya no te habrás enfadado ¿no?- preguntó el Atobe con una sonrisa- Solo son negocios- dijo acercándose a la Echizen- Sabes que tú eres mi favorita- añadió acariciándole la mejilla.
- No es momento para ponerse cursi- interrumpió Gris- He sentido ruidos ahí fuera, será mejor que nos demos prisa en llegar hasta el barco.
La noche parecía presentarse tranquila como era costumbre en Lorian, pero nada más lejos de la realidad. El sonido seco de las explosiones en el puerto daban inició a lo que sería una noche llena de dolor y desesperación. Kira se levantó de su cama sobresaltada, sintió el crujido de los arbustos del jardín de la casa de la Ryûsaki y el hablar vulgar de algunas personas. Tan rápido como se lo permitieron sus pies se puso sus zapatos y fue hasta la habitación de Sakuno.
- Sakuno, levántate- susurró- Algo está pasando en Lorian- se detuvo al sentir que forcejeaban la puerta de la entrada a la casa- Rápido, saldremos por la puerta de atrás y buscaremos un lugar más seguro.
La pequeña Ryûsaki no tuvo tiempo para ponerse sus zapatos pues Kira la estiraba de la mano en dirección a la puerta trasera de la casa. Apenas faltaban unos metros para llegar a la salida cuando la puerta de madera fue arrancada, cayendo al suelo de manera estrepitosa. Hatake se detuvo por completo y se dio la vuelta, abrazando a su amiga que aún no era consciente de lo que ocurría.
- Sakuno, ahora correrás hacía la segunda planta y te esconderás en mi habitación y cerrarás la puerta con llave - le dijo en la oreja- Y por más que escuches ruidos o gritos no salgas, quédate ahí hasta que alguien conocido venga a buscarte- le ordenó empezando a caminar en dirección contraria por la que empezaban a entrar algunas personas- Ahora ¡Corre!
Ryûsaki, apenas Kira la soltó, empezó a correr, pero al parecer la suerte no estaba de su parte. Tan solo había conseguido subir un par de escalones cuando unos fuertes brazos la sujetaron por el cuello, levantándola unos cuantos centímetros del suelo. Kira a pesar que habían atrapado a su compañera también salió corriendo hacia otra dirección de la casa, pero tampoco llegó muy lejos pues el sonido de un arma apuntando a su cabeza le impidió seguir avanzando.
- Kira-chan no seas mala y quédate quieta –suplicó una voz- O tendré que castigarte.
El muchacho que sujetaba por el cuello a Sakuno se acercó al otro chico y tiró bruscamente a la chica de pelo castaño contra el frió suelo. La Ryûsaki chilló de dolor mientras se llevaba las manos al cuello aún adolorido por el agarré. Kira se agachó abrazando a la asustada Sakuno mientras algunos hombres más entraban en la casa, tirando por el suelo las mesas, las sillas, los cuadros y cualquier cosa que encontraban en su camino.
- Por favor, llevaos todo lo que queráis, pero no nos hagáis daño- suplicó Sakuno empezando a llorar.
- Lo siento mucho, pero no puedo hacer eso- dijo uno de dos con una sonrisa un tanto inquietante- ¿Qué clase de pirata sería si no hiciese daño a nadie?
- Por favor- susurró la rubia mirándolos fijamente.
- Lo siento, Kira-chan, pero de aquí solo una de las dos saldrá con vida- informó- Supongo que ya sabes la respuesta ¿verdad?
- ¡No!- gritó Sakuno histérica- No nos matéis.
- Syusuke- el otro apoyó su mano en el hombro del muchacho- Ya han pasado más de cinco minutos, deberíamos irnos ya.
- Gracias Kawamura-agradeció éste apartándose a un lado- Ahora, mátala.
Espero que les haya gustado y cada vez hay más intrigas que se irán resolviendo a lo largo del resto de capítulos.
Cuídense
Adiostioooooooooooooooo
Siento haber tardado tanto en poner la conti, pero es que últimamente no estoy nada inspirada con este fic . Espero que pronto me venga la inspiración y pueda escribir buenas continuaciones.
Bueno ahí les dejo el capítulo 5:
Capítulo 5
Kaoru, tambaleándose de una lado a otro, aún desconcertado por la explosión que acababa de haber justo en la pared del frente, se acercó al agujero que se había formado en su celda y miró a través de él, daba justo a la plaza central de Lorian. Miró otra vez dentro de su celda y vio a la joven pelirroja tumbada en el suelo desangrándose.
- ¿Qué debo hacer?- pensó una vez se arrodilló al lado de Hikaru- Si la dejo aquí se morirá, pero…
Pensó en lo que haría la capitana Ootori, a pesar de que iba en contra de los principios de la piratería, pero si la dejaba morir él sería el culpable de una muerte más. Sin mucho esfuerzo cogió a Fujiwara entre sus fuertes brazos y pisando con mucho cuidado en las ruinas que habían esparcidas por el suelo, salió al exterior. La plaza, ahora medio destruida y en llamas, era un lugar muy espacioso y con diferentes tiendas que ahora ardían y tenían sus productos esparcidos por el suelo, al parecer aquel era el centro del comercio de Lorian. Kaidoh contempló estupefacto lo que le rodeaba.
- Fshhhhh….- siseó incrédulo- Pero ¿qué está pasando aquí?
**Kira**
- Bienvenida, señorita Gris- la recibió- Sígame, por favor.
- De acuerdo- acató la morena
- Me llamó Amaya Echizen- se presentó ella- Llevamos tiempo esperándote
La chica de cabellos rosas le llevó hasta una habitación amplia, con cortinas de distintos colores colgando del techo, algunas velas perfumaban la sala y daban claridad a la oscura habitación. La muchacha se paró justo delante de una gran cortina de color púrpura y posó una de sus finas manos llenas de pulseras sobre el trozo de tela.
- Por favor pasé- dijo ella levantando levemente la cortina- Él la está esperando.
Annika Gris vio que detrás de la tela púrpura había una enorme cama redonda, rodeada de más velas blancas, mientras un suave olor a vainilla se extendía por todo el espacio. En el centro de la cama había un muchacho de cabello gris azulado, que parecía tener el sueño más placentero de su vida. Gris dio una palmada al aire, llamando la atención del joven que dormía tan tranquilamente.
- ¿No me estabas esperando?- preguntó la chica decorando su bello rostro con una sonrisa divertida.
- Tardaste tanto en venir que me quedé dormido- se excusó el otro.
- Ha llegado la hora…- dijo Gris poniéndose seria- de que vengas conmigo Atobe Keigo.
- Lo sabía- respondió él con desgana- Amaya me lo dijo- dijo señalando a la peli rosada.
- Pues entonces ¿Por qué no te levantas de la cama?
- Ya sabes Gris que tienes que darme algo a cambio- dijo el joven apuesto- Algo que asegure mi valiosa vida ¿entiendes?
- No tengo nada que darte- informó la morena palpándose las ropas en busca de monedas.
- No quiero nada material- Keigo se pusó de pie dejando ver su escultural cuerpo, comparable al de un dios griego- Quiero tu alma.
- ¿Mi alma?- preguntó confusa Gris sin comprender muy bien lo que quería decir Atobe- Creo que la perdí hace mucho tiempo cuando me convertí en pirata.
- Sí- se rió él altivo- Mientras yo esté a tu lado deberás hacer todo lo que puedas por proteger mi vida.
- No puedo asegurarte nada- dijo Annika- Después de todo soy una pirata, mi vida y la de todos los que me rodean corre peligro en todo momento.
- Me da igual- espetó de repente- Mi vida no puede correr ningún peligro, soy demasiado importante- resaltó su egocentrismo- Me da igual como lo hagas, pero yo no puedo morir ¿entiendes?
- Va… vale- aseguró un poco nerviosa la capitana pirata.
- Ahora debemos cerrar nuestro pacto.
El chico se acercó despacio a la morena, iluminado por la tenue luz de las velas, enmarcando aún más los músculos de su cuerpo. La chica se fijó que él sólo llevaba puestos unos pantalones de cuero de color marrón, que se arrapaban a la perfección a sus piernas. Desvió la mirada y clavó sus ojos en los de él, sin percatarse de la cercanía del joven Atobe.
- ¿Cerrar el pacto?-musitó Gris en un suspiro que se escapó de sus labios sin poder contenerlo.
Keigo cogió a la chica por la cintura con avidez y la apretó con fuerza contra su cuerpo. Acercó su rostro al de la chica, sin parpadear ni apartar su feroz mirada de la de Gris, intentando no perderse la expresión de la cara de la morena. Sus labios se rozaron, mezclándose sentimientos de confusión, nerviosismo y de pasión por parte de Gris. Su beso fue demandante y apasionado, sin dejar de agarrar firmemente la cintura de ella.
- Ya hemos cerrado el pacto- dijo Keigo separándose bruscamente de la chica de cabellos morenos.
- Entonces… ¿ya podemos irnos?- preguntó Gris aún extasiada por el beso.
- Si- contestó tajante la peli rosada, que hasta el momento no había intervenido en la conversación.
- Amaya no te habrás enfadado ¿no?- preguntó el Atobe con una sonrisa- Solo son negocios- dijo acercándose a la Echizen- Sabes que tú eres mi favorita- añadió acariciándole la mejilla.
- No es momento para ponerse cursi- interrumpió Gris- He sentido ruidos ahí fuera, será mejor que nos demos prisa en llegar hasta el barco.
***Kira***
La noche parecía presentarse tranquila como era costumbre en Lorian, pero nada más lejos de la realidad. El sonido seco de las explosiones en el puerto daban inició a lo que sería una noche llena de dolor y desesperación. Kira se levantó de su cama sobresaltada, sintió el crujido de los arbustos del jardín de la casa de la Ryûsaki y el hablar vulgar de algunas personas. Tan rápido como se lo permitieron sus pies se puso sus zapatos y fue hasta la habitación de Sakuno.
- Sakuno, levántate- susurró- Algo está pasando en Lorian- se detuvo al sentir que forcejeaban la puerta de la entrada a la casa- Rápido, saldremos por la puerta de atrás y buscaremos un lugar más seguro.
La pequeña Ryûsaki no tuvo tiempo para ponerse sus zapatos pues Kira la estiraba de la mano en dirección a la puerta trasera de la casa. Apenas faltaban unos metros para llegar a la salida cuando la puerta de madera fue arrancada, cayendo al suelo de manera estrepitosa. Hatake se detuvo por completo y se dio la vuelta, abrazando a su amiga que aún no era consciente de lo que ocurría.
- Sakuno, ahora correrás hacía la segunda planta y te esconderás en mi habitación y cerrarás la puerta con llave - le dijo en la oreja- Y por más que escuches ruidos o gritos no salgas, quédate ahí hasta que alguien conocido venga a buscarte- le ordenó empezando a caminar en dirección contraria por la que empezaban a entrar algunas personas- Ahora ¡Corre!
Ryûsaki, apenas Kira la soltó, empezó a correr, pero al parecer la suerte no estaba de su parte. Tan solo había conseguido subir un par de escalones cuando unos fuertes brazos la sujetaron por el cuello, levantándola unos cuantos centímetros del suelo. Kira a pesar que habían atrapado a su compañera también salió corriendo hacia otra dirección de la casa, pero tampoco llegó muy lejos pues el sonido de un arma apuntando a su cabeza le impidió seguir avanzando.
- Kira-chan no seas mala y quédate quieta –suplicó una voz- O tendré que castigarte.
El muchacho que sujetaba por el cuello a Sakuno se acercó al otro chico y tiró bruscamente a la chica de pelo castaño contra el frió suelo. La Ryûsaki chilló de dolor mientras se llevaba las manos al cuello aún adolorido por el agarré. Kira se agachó abrazando a la asustada Sakuno mientras algunos hombres más entraban en la casa, tirando por el suelo las mesas, las sillas, los cuadros y cualquier cosa que encontraban en su camino.
- Por favor, llevaos todo lo que queráis, pero no nos hagáis daño- suplicó Sakuno empezando a llorar.
- Lo siento mucho, pero no puedo hacer eso- dijo uno de dos con una sonrisa un tanto inquietante- ¿Qué clase de pirata sería si no hiciese daño a nadie?
- Por favor- susurró la rubia mirándolos fijamente.
- Lo siento, Kira-chan, pero de aquí solo una de las dos saldrá con vida- informó- Supongo que ya sabes la respuesta ¿verdad?
- ¡No!- gritó Sakuno histérica- No nos matéis.
- Syusuke- el otro apoyó su mano en el hombro del muchacho- Ya han pasado más de cinco minutos, deberíamos irnos ya.
- Gracias Kawamura-agradeció éste apartándose a un lado- Ahora, mátala.
Espero que les haya gustado y cada vez hay más intrigas que se irán resolviendo a lo largo del resto de capítulos.
Cuídense
Adiostioooooooooooooooo
Dom Oct 07, 2012 10:21 pm por Kath Law
» Maid Coffee
Lun Jul 16, 2012 7:48 am por Kira Hatake
» 100 palabras para ti
Mar Abr 10, 2012 10:40 pm por Amaya
» SDD 1: Inicio de una nueva vida
Lun Abr 09, 2012 11:56 am por Kath Law
» Solo déjate llevar
Sáb Mar 10, 2012 3:32 pm por Kira Hatake
» Caballero Negro
Sáb Mar 03, 2012 3:18 pm por Kira Hatake
» Prepa...contiii
Sáb Feb 25, 2012 3:48 pm por Kira Hatake
» Vuelo 278
Vie Feb 17, 2012 2:30 pm por Kath Law
» Parallel World
Lun Feb 13, 2012 5:21 pm por Hiitomi Echizen